Mantener vivo el presupuesto de carbono

¿Por qué la captura y almacenamiento de CO₂ debe estar en tu hoja de ruta regenerativa?

El presupuesto mundial de carbono es como el límite de crédito de la atmósfera: la cantidad total de CO₂ que podemos emitir y aún conservar una probabilidad razonable de que el planeta no se caliente más de 1,5 °C. El Emissions Gap Report 2024 del PNUMA deja claro que, si no torcemos la curva de emisiones antes de 2030, el mundo entrará en overshoot: superaremos ese umbral y la temperatura seguirá subiendo hasta que logremos extraer más carbono del que emitimos. Cuanto mayor sea el exceso, mayor será la dependencia de tecnologías de eliminación de CO₂… y mayores los riesgos para glaciares, océanos y comunidades costeras.

Acciones de voluntarios y turistas pueden hacer una gran diferencia.

Para los emprendedores turísticos comprometidos con la regeneración, esto se traduce en tres tareas simultáneas. Primero, reducir las emisiones operativas con electrificación, eficiencia y energía renovable propia. Segundo, apoyar —o incluso desarrollar— proyectos neto-negativos que retiren carbono de forma verificable durante décadas. Tercero, exigir a los proveedores (cemento, acero, combustibles) que adopten captura y almacenamiento de carbono (CAC) para neutralizar los residuos industriales que todavía no tienen alternativa competitiva.

Las industrias que sostienen la infraestructura turística —acero para puentes, cemento para hoteles, refino para combustibles de avión— son notoriamente difíciles de descarbonizar. La CAC ya funciona en plantas de cemento en Noruega y en proyectos de hidrógeno bajo en carbono; dentro de quince años será una condición para licitar en la mayoría de cadenas internacionales que buscan huellas de viaje realmente bajas. Involucrarte hoy, ya sea como comprador exigente o como socio en proyectos locales de captura, te coloca por delante de esa curva regulatoria.

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Existen varias rutas tecnológicas. La captura “en foco” retira el CO₂ directamente de chimeneas industriales y lo inyecta en formaciones geológicas profundas; la bioenergía con captura (BECCS) quema biomasa renovable y almacena el carbono biogénico para lograr emisiones negativas; la captura directa del aire (DAC) aspira CO₂ de la atmósfera para almacenarlo o mineralizarlo. Todas requieren infraestructura de transporte, reglas de monitoreo estrictas y, sobre todo, demanda empresarial que justifique la inversión.

Acción 1

Mide tu propia huella y establece objetivos de reducción absolutos, no solo compensaciones. Eso envía la señal correcta a tus clientes y te da argumentos para negociar con proveedores.

Acción 2

Incluye cláusulas de compra responsable en tus contratos de obra y suministro: exige cemento o acero con captura de carbono certificada a partir de 2030. Cuanto antes lo pidas, antes bajará el precio.

Acción 3

Destina parte de tu presupuesto de sostenibilidad a proyectos de BECCS o DAC locales; son más caros que las reforestaciones convencionales, pero aportan la permanencia de almacenamiento que el clima necesita y ofrecen un relato potente para tus visitantes de alto valor.

Acción 4

Difunde tu avance con datos verificables: kilovatios solares instalados, toneladas de CO₂ evitadas, toneladas capturadas. La transparencia genera confianza y atrae tanto a viajeros conscientes como a financiadores de impacto.

Acción 5

Al planificar expansiones o nuevas experiencias (agrovoltaicos, centros de visitantes, rutas científicas), intégrate en los futuros “hubs de CO₂” regionales: compartir oleoductos o puertos de embarque abaratará costos y abrirá la puerta a incentivos fiscales.

Evitar el overshoot sigue siendo la opción más económica y segura, pero el seguro contra el riesgo climático se llama portafolio de soluciones: mitigar rápido, cambiar hábitos de consumo y, sí, capturar carbono donde la tecnología ya lo permite.

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